A Tonossepia se le oye contento por estos días y esa es la primera premisa que nos anuncia Happy Habibi sólo con leer su nombre. Un disco principalmente melódico, donde Diego Vergara separa definitivamente su labor de programador con la de músico, logrando un perfecto equilibrio entre ambas partes. Tonossepia logra reinventarse al lograr mágicos momentos en el que sus canciones parecieran ser parte del repertorio pop de alguna figura juvenil de la escena independiente, y ya lo quisieran así muchos, pero sin perder el norte de lo que ha sido su trabajo en el tiempo. Oímos a un Diego al que se le nota disfrutando del piano, primero tocándolo y luego reconstruyéndolo, así como con el xilófono, la guitarra, dulces teclados, percusiones, silbatos y la inclusión de una flauta que brinda de una calidez que lo distancia de la acostumbrada frialdad de la electrónica, acercándolo a una rama de esta mucho más orgánica; construyendo dulces sinfonías que por momentos nos suenan a una especie de folk, propio eso sí solamente del universo Tonossepia. Pequeños himnos que puedes perfectamente tararear al ir por la calle, se trate tanto de un sample de voces que corta y pega hábilmente, así como con sus ya características melodías en los teclados. A Tonossepia se le oye contento por estos días y eso quizás es signo de que nos encontramos frente al mayor y más optimista trabajo logrado por Diego Vergara. Milton Mahan